Acto Segundo: Amarrándonos al suelo.

Desde su Atlántico en calma
a mi Pacífico en guerra
grito bajito: 
Me gustaría poder aliviarte... 

Y también
en un susurro, 
le grité
(para que no le quedara duda 
a ninguna de sus células):
Eso se cómo hacerlo.

Qué te parece, 
antes, 
durante 
y después 
del fuego, 
abrazarme 
fuerte y sostenido, 
Sin verbo, 
solo saliva en mi cuerpo, 
Sin promesas, 
solo tiempo recién parido,
Sin pasado
solo enero en tu cama
respirándome en el cuello
con los pies
(los cuatro) 
enlazados 
amarrándonos al suelo.
para no volarnos demasiado 
y perdernos.
Qué te parece
vivirnos
en ese lugar sin futuro, 
donde se conjuga 
siempre 
en presente continuo.

Tania Evans. Poemario Imaginación Ilegal.©

Acto Primero: La soledad.

La soledad 
ha dañado el papel que, 
tan cuidadosamente, 
elegimos 
en aquella tienda de barrio. 

Es lo que tiene la humedad.

Primero lo ablanda todo.
Se desdibujan las imágenes
y ya no se puede reconocer
que había en esa 
pared acolchada
que besaba 
mientras me amabas 
desde atrás
con todas tus ganas. 

Después, 
en contacto con el verbo
se endurece,
se resquebraja 
hasta convertirse en una lija
que hiere a prójimos y extraños. 

Este mundo nuestro, 
generó tantas toxinas
que no ha podido evitar, 
ni siquiera frenar,
el cambio climático. 

El tiempo se volvió loco. 

Ahora entiendo porque los poetas beben tanto. 
No sabría decir si es la tristeza la que encuentra los versos
o el tercer tinto de verano.

Tania Evans. Poemario Imaginación Ilegal.©

Contigo, todos los veranos, habitan en mi piel.

Pasan los días 
con menos pena 
y más gloria.
Será 
que mi carne 
olfatea que te acercas
con ese silencio 
que me deja sorda 
cuando me miras.

Mi insomnio
lo sabe.

“Coritos”
caeremos dormidos
después 
del fuego.


© Tania Evans, Imaginación ilegal